sábado, 4 de junio de 2016

La élite auténtica lucha y se sacrifica por el bien común - Rincón de la Conversación - Boletín Nobleza y Elites tradicionales análogas - junio de 2016













No me ha llegado aún el momento oportuno de leer “Promenade autour de ma chambre”, de Xavier de Maistre, pero ya el título es sugestivo de un mundo de cosas que podemos atesorar en la vida cotidiana, sobre todo en el alma cuya forma es la inmensidad, según el pensamiento de San Bernardo, apóstol de la sublimidad muy escuchado en sus tiempos, que trae la preciosa “Esthétique du Moyen Âge, de E. de Bruyne.
También me hablaba a la imaginación de adolescente leer en un conocido diario de Buenos Aires, muy transformado actualmente por factores que sería largo y complejo pero revelador analizar, cuando se hablaba con admiración de una elegante galería Promenade Alvear.
Sentía que la Avenida Alvear, con sus palacios, era un enclave muy argentino, injustamente silenciado, del elegante París, la ciudad de nombre homérico en que se funden quintaesencias de míticas hazañas de la Antigüedad helénica con las varoniles rudezas de Clodoveo y su justiciera hacha francisca, las suaves conversaciones de Santa Clotilde que desarmaron su ancestral paganismo e hicieron de Francia la “hija primogénita de la Iglesia”, las incomparables escenas de San Luis Rey y Joinville, dignas de un vitral, la fidelidad del pueblo católico y leal al líder natural, el Duque de Guisa -que murió increpando con señorío a sus asesinos “Ah Messieurs, quelle trahison!”- y su resistencia al calvinista Henri de Navarre, que pensaba que “…bien vale una misa”… 
El París en cuyas callejuelas de piedra, encinas y pizarra aún resuenan los filosos aceros caballerescos de los tres mosqueteros, el de los parques, salones de espejos y fuentes del Roi Soleil –tan odiado por los revolucionarios y no por sus defectos-,  el de la gesta eterna legitimista en sentido amplio, el juvenil París pro-familia del III milenio, el eterno bastión cruzado de resquebrajada máscara oficial jacobina, contra la " "guerra santa" "  del fanatismo sangriento de la media luna.
Así son estas sutiles combinaciones de alma de los pueblos,  más inesperadas que un colonial pastel de choclo coronado de almenas de blanquecino merengue, que una almendrada y damasquina torta Sacher, que un helado de crema y cerezas regado con licor de menta, de esa menta sacrificada que al pisarla en las vegas, en lugar de quejarse exhala un aire de frescura y pureza… 
Son combinaciones culturales y psicológcas a las que no es ajena la voz misteriosa de la gracia que habla en lo profundo de los corazones palabras de calma y confianza, felizmente carentes de planeamiento estatolátrico, del gusto de mentes “prácticas” y absolutas que en un país de proporciones patagónicas, en que los encantos feéricos de los lagos del Sur se matizan con interminables alamedas dignas del pincel de Sisley, le hacen el “favor” al pueblo de hacinarlo en casillas de pesadilla y promiscuidad, en cortes de “mis ladrillos” todos igualmente feos y mezquinos. Ah, pero esos generosos políticos tan faltos de imaginación a la hora de pensar algo tan sagrado como el hogar de las familias pobres, son a menudo dueños de los millonarios caudales que faltan para levantar nuestra economía,  para poder, de una vez, llevar al pueblo a la prosperidad que hizo de la Argentina pre-demagogia una nación floreciente.
Que un buen observador y auscultador –dijera Pío XII-, el Príncipe Don Luis de Orléans y Braganza, que nos visitó en 1910, supo admirar. Como confiero en los archivos de este Boletín, en el Apéndice Hispanoamericano de Nobleza y élites tradicionales análogas, el Príncipe manifestó su asombro por el tono europeo de las clases dirigentes rioplatense, chilena y boliviana.
'Sobre los estancieros argentinos comenta: “Dirigíos a una de esas estancias, conservadas, desde la época colonial, en el patrimonio de la misma familia que allí siempre vivió –extendiendo sus ramas por todas partes, en su bella fecundidad- la vida majestuosa y calma de sus ascendientes españoles.
' “Ese argentino sólo lo podréis encontrar...en la más alta sociedad, tan digna y tan cerrada como ninguna de nuestras sociedades europeas, guardián vigilante de la herencia nacional contra la invasión avasalladora del Almighty Dollar”.
'En las recepciones de que es objeto observa cómo, desde la élite, ese espíritu se difunde al pueblo y lo modela: ”en el fondo, todos los argentinos, desde el gaucho que emplea sus economías en adornar los arreos de su caballo lo más magníficamente posible, hasta el obrero que se viste como un gentleman y usa alfileres de corbata con diamantes, tienen en la sangre el amor al fausto y al lujo, y cultivan, para su país y para sí mismos, esta estética social de que hablan con orgullo, y que hace de ellos tal vez el pueblo más elegante de la tierra” (Sous la croix du Sud; ver citas en p. 126 de Nobleza y Elites, t. II).
'La benévola exageración del Príncipe –continúa el Apéndice- no invalida su conclusión aplicable a toda Hispanoamérica: en la Argentina, “la sociedad, o antes bien, la aristocracia, tiene aún una misión muy noble y muy importante que cumplir: formar el espíritu de la raza, imprimirle las características que ella misma heredó de sus mayores” ' (ídem).

En los recuerdos de D. Luis de Orleáns y Braganza queda esbozada una idea que coincide con las consideraciones de relevantes historiadores argentinos que, a pesar de partir de cosmovisiones profundamente diferentes -como el liberal Romero y el tradicional Vicente Sierra-, afirman que el alma argentina forjó su identidad en el período fundacional, en los siglos XVI y XVII. …Y lo mismo valdría para otras naciones hermanas del Continente.
Mientras preservemos esa identidad continuada por la auténtica tradición,  no nos pasará como a los pueblos cristianos del Africa del santo Doctor y  Obispo de Hipona, que fueron borrados por los invasores ismaelitas en un ‘psy-fenómeno’ que implicó su “autodemolición profunda”.

Es lo que explica que en la Francia republicana de hoy haya esos “géiser” de la “dulce Francia” de San Luis; en Brasil, luego de más de 100 años de República, una gran cantidad de brasileros anhele la monarquía (*); que en Argentina, luego de tantas décadas de populismo y despotismo nada democrático, y –duele decirlo- con ingerencias del poder espiritual que -a contrapelo del bien del alma  y la voluntad electoral de los fieles-  en lugar de la paz alientan a personajes violentos procesados por la Justicia por delitos comunes contra la Nación; a pesar de todo eso, nuestro pueblo sigue buscando en la dirección opuesta esa bendita “tranquilidad en el orden” del citado San Agustín, capeando el temporal dejado por la prepotencia, la demagogia y la ilegalidad recurrentes.

Antes de concluir esta conversación-paseo, saludamos con el debido homenaje la participación, de que nos informan las “Clarinadas”, del descendiente directo del ilustre visitante de 1910, S.A.I.R. Dom Bertrand de Orléans y Braganza, en el Encuentro Mundial de las Familias, en Salta. Ejemplo de dedicación a la causa de la Cristiandad y la Familia, exponente de nobilísima élite real,  muestra que en nuestros difíciles días sigue resonando el llamado pontificio de Pío XII, renovado por la magna obra del Dr. Plinio Corrêa de Oliveira,  a la Nobleza y miembros de élite tradicional, extensivo proporcionalmente a todos los católicos, de estar presentes hoy más que nunca en la lucha por la civilización cristiana (**).
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(*) ver actualísima entrevista televisada de Mariana Godoy al Príncipe Dom Bertrand, portavoz de Pro-Monarquía


(**) ver en esta edición Sumario del Cap. VI “Cooperación relevante de la Nobleza y las élites tradicionales en la solución de la crisis contemporánea – Las enseñanzas de Pío XII”, y cómo acceder al texto completo


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