sábado, 24 de marzo de 2012

Un joven elegantísimo y de rara belleza: el Arcángel Gabriel - Contraste con el miserabilismo presentado como "simplicidad"


El orden común de ilustrar a los espíritus angélicos
Habló Su Majestad Divina al santo arcángel Gabriel con aquella voz o palabra con que les intima su santa voluntad. Y aunque en el orden común que sigue Dios para ilustrar a los espíritus angélicos comienza por los superiores, para que purifiquen e iluminen a los inferiores por su orden hasta llegar a los últimos, en esta ocasión no fue así, porque inmediatamente recibió este santo Arcángel del mismo Señor la embajada.
Esplendores, belleza y elegancia de los ángeles en su forma visible
Obedeciendo con especial gozo el soberano príncipe Gabriel al divino mandato, descendió del supremo cielo acompañado de muchos millares de ángeles hermosísimos que le seguían en forma visible. La de este Príncipe y legado era como de un joven elegantísimo y de rara belleza; su rostro estaba refulgente y despedía muchos rayos de resplandor; su semblante era grave y majestuoso, sus pasos medidos, las acciones compuestas, sus palabras ponderosas y eficaces, y todo él representaba, entre severidad y agrado, mayor semejanza con la Divinidad que otros ángeles de los que había visto la divina Señora hasta entonces en aquella forma. Llevaba diadema de singular resplandor, y sus vestiduras rozagantes descubrían varios colores, pero todos refulgentes y brillantes; y en el pecho llevaba como engastada una cruz bellísima que descubría el misterio de la Encarnación, a que se encaminaba su embajada, y todas estas circunstancias solicitaron más la atención y afecto de la Reina, Nuestra Señora.
Fuente: “Vida de la Virgen María”, según la Venerable Sor María de Jesús de Agreda
– Barcelona – Montaner y Simón, editores – pp. 76 y siguientes



Comentario: Dios ama la jerarquía y la elegancia. ¿Qué pensará de tantos ambientes, inclusive en lugares sagrados, donde reina la farándula y la falta de elegancia, so pretexto de "espontaneidad", "simplicidad" y "humildad"? ¿No son una contestación miserabilista a la voluntad divina?

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