domingo, 16 de enero de 2011

[Aristocracia e historia argentina] Ocasión para instaurar un régimen señorial frustrada por los enemigos de la Tradición


Estancias argentinas que encarnan un original espíritu señorial y aristocrático que brotó en nuestro suelo, muy marcado en el contexto iberoamericano. Es una manifestación no exenta de sentido de grandeza de las virtualidades escondidas en la Argentina profunda, la que el liberalismo igualitario logró desviar de su cauce natural a fines del período hispánico, cuando nuestro país estaba maduro para consolidar su sistema señorial y capitular desarrollado a lo largo de dos siglos y medio. Sistema incompatible con las teorías liberales y socialistas, perfectamente acorde a la doctrina tradicional de la Iglesia: la aristocracia. Hoy podemos ver los resultados de ese desvío, simplemente abriendo un diario...
Recomendamos la lectura del siguiente texto, extraído del blog amigo "Argentina, señorío y esplendor":
argentinagrandeza.blogspot.com

 Para ver el trabajo completo, seguir el hilo  a partir  de la primera entrada, publicada en el blog "Argentina, señorío y esplendor" el martes, 17 de febrero de 2009

Una visión católica, tradicional y señorial de nuestra historia: "Siglos de Fe..." (1ª nota) -


"Continuamos, con esta 28ª nota, publicando nuestro ensayo de visión católica y señorial de la historia argentina
Ocasión para instaurar un régimen señorial, frustrada por los enemigos de la Tradición
· El pueblo se mantuvo fiel
· Los lazos con España se mantenían firmes
· El Imperio hispano representaba un escollo al progreso de la descristianización
· Excelente ocasión para un régimen orgánico y señorial
· Y para formar la comunidad iberoamericana de naciones
· La Revolución frustró estos anhelos que hubiesen evitado muchos males actuales

La Cristiandad del Plata había triunfado. El pueblo se mantuvo fiel a Dios y al Rey, a pesar del absolutismo y de la tremenda decadencia de la monarquía española en los días de Carlos IV y de Fernando, de Godoy y de Bayona, cuando España se había transformado en “feudo del regicidio”, en longa manus del jacobino coronado Napoleón, al decir de Burke y de Ranke.
Fue una prueba incontrastable de que los lazos de estos reinos de ultramar con la Península se mantenían firmes en los albores de la emancipación. Y de que mucha sangre habría de correr para imponer la "voluntad general" revolucionaria sobre las tendencias reales de los argentinos, que aspiraban a emanciparse sin desgarramientos ni renegar de sus bienamadas tradiciones.
Pero 260 años de crecimiento y espíritu de autonomía, en grandes provincias-países, conducía a una definición.
La conspiración jacobina mundial persistía en su designio de desmantelar el Imperio español, obstáculo para el avance del nivelador mundo de la máquina y del liberalismo socializante que se insinuaba, precursor de fenómenos como el marxismo demoledor o el hedonismo igualitario de Hollywood, antítesis del espíritu hispánico que se intentaba borrar.
Se planteaba la cuestión de la forma de gobierno. En un mundo monárquico, era una excelente ocasión para formar un gobierno que representara fielmente nuestra idiosincrasia católica e hispánica, en que las élites dirigentes, depositarias naturales de la Tradición, desempeñaran el papel preponderante que les corresponde, según el magisterio pontificio. Los siglos de gobierno capitular las preparaban ampliamente para ello.
Existía una arraigada aristocracia de hecho, aunque comprimida por el absolutismo auto-demoledor. Ella debería haber acentuado sus caracteres y hacer que el día de hoy no fuera la negación del de ayer sino su armónica continuación, por ejemplo manteniendo la forma monárquica con algún príncipe legítimo que estuviera a la altura de las circunstancias.
Era una excelente oportunidad, asimismo, para formar la confederación de naciones hispánicas al servicio del común legado cultural y religioso. Así se hubieran evitado muchos males, como la supremacía de las naciones anglo-sajonas en el mundo iberoamericano
Pero esas posibilidades de gobierno orgánico contrariaban profundamente la conjuración anticristiana. Y las logias apoyadas por las primeras potencias mundiales harían lo imposible para impedir que esta solución pudiese concretarse. Aquellas encarnaban un capitalismo economicista que si bien favorecía sus intereses materiales, promovía al mismo tiempo un proyecto enemigo de toda grandeza –aún de la anglo-sajona-, la utopía igualitaria y anárquica.
León XIII remarca este aspecto ideológico en su condena a la obra de la masonería (Enc. “Humanum Genus”), que muchos “tradicionalistas restrictos” olvidan, reduciendo el problema al avance de las potencias anglo-sajonas. La Revolución marcha “de requinte en requinte”; si en nuestros días parece favorecer a los Estados Unidos, mañana intentará demolerlo para implantar el viejo sueño de jacobinos y marxistas, la República Universal (más aún ante las imprevistas reacciones que despuntan con fuerza contra el aborto y otras demoliciones de Occidente).


[Con esta entrada finalizamos el III PERÍODO – EL RESQUEBRAJAMIENTO PROVOCADO DEL IMPERIO ESPAÑOL (ca. 1750-1810) - Próxima entrada: IV PERIODO - DESPUÉS DE LA RUPTURA DE VÍNCULOS CON ESPAÑA (ca. 1810-1830) – LA DOMINACIÓN DE GOBIERNOS REVOLUCIONARIOS QUE DEBEN RECONOCER LA CATOLICIDAD DEL PUEBLO ARGENTINO ]


II Jornada de Cultura Hispanoamericana por la Civilización Cristiana
Cabildo histórico de Salta

SIGLOS DE FE EN ARGENTINA Y AMÉRICA PREANUNCIAN UN FUTURO GLORIOSO –
La formación de la civilización cristiana y mariana en nuestro suelo y su resistencia a la Revolución igualitaria (ca. 1530-1830)"

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