sábado, 18 de abril de 2009

Comentario: Posibles acciones aristocráticas en nuestros días

El ítem 7, Misión social moderna de la aristocracia, es de tanta importancia que nos sentimos tentados de hacer un comentario para intentar contribuir a mejorar la realidad. Para mayor aprovechamiento del texto, lo haremos en dos partes.
I Comentario
• Algunas características que deben encontrarse en la moderna aristocracia, que constituyen verdaderos títulos de honra que implican pesadas responsabilidades, son:
Moderadora del poder: algo tan necesario en tiempos de autoritarismo maquiavélico y desborde;
Defensora y educadora del pueblo, y encauzadora de sus actividades:
Cuánto habría para decir de una educación para la elevación de todas las clases sociales, de la educación actual, de la que los valores católicos están lamentablemente desterrados, y de los alarmantes resultados que va dando.
¡Qué magnífico sería que la creatividad y vigor del pueblo fueses encauzados por una aristocracia, o por una clase dirigente auténtica!
Como esto no se da, parece que “algo” (¿algún grupo de presión que no sale a la luz del día?) o “alguien” colocara frecuentemente al frente de actividades populares (algunas de ellas, como los deportes "profesionalizados", que mueven fortunas que superan las de cualquier aristocracia) a dirigentes que, en lugar de elevar al pueblo, tienden a imponer una nota de vulgaridad autosuficiente y chabacanería. Tampoco son muchos de estos dirigentes surgidos de la "dedocracia" (ver entrada anterior) modelo en materia moral, condición sine qua non para que una aristocracia lo sea verdaderamente.
El pueblo dirigido por mentalidades aristocráticas católicas se beneficiaría enormemente: avanzaría mucho más y genuinamente, disminuiría el exhibicionismo fatuo fomentado por la TV y expondría menos al ridículo a deportistas o artistas de moda de los que los medios arrancan declaraciones y opiniones sobre los más variados y más vitales asuntos, difundidas como oráculos. Como si la habilidad deportiva o televisiva confiriesen idoneidad para cualquier asunto.
Por el contrario, de acuerdo a la doctrina católica, la aristocracia auténtica es una escuela de formación, de un sector de la sociedad llamado especialmente a funciones directivas. Es el mundo al revés, por el dictado de las tendencias e ideas igualitarias.
Propulsora del progreso de vida de las clases más necesitadas: hecho esto también con espíritu aristocrático, con desinterés propio de quienes tienen señorío, se evitaría la explotación publicitaria para bajos fines partidarios de las obras públicas que los gobiernos tienen obligación de hacer, y de las que no deberían sacar rédito político como quien exprime una naranja hasta lo último . Hoy cualquier inauguración, por pequeña e irrelevante que sea, congrega autoridades nacionales y-o provinciales, y una costosa y pesada cohorte de auxiliares. Como si no lo hicieran con fondos públicos y no cobraran su sueldo por hacerlo.
En otro momento agregaremos algo más sobre la misión social moderna de la aristocracia que aborda la obra que venimos comentando ("Nobleza y élites tradicionales análogas", Apéndice IV, La aristocracia en el pensamiento de un Cardenal del siglo XX, obra del Prof. Plinio Corrêa de Oliveira, pp. 241 y ss.).

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