viernes, 26 de diciembre de 2008

En esta Santa Navidad, levantamos el estandarte de la aristocracia católica


En esta Santa Navidad, esperamos todo del Divino Infante y de su Madre Santísima, con confianza inquebrantable: "todo puedo en Aquel que me da fuerzas" dice San Pablo.
Les pedimos la gracia de amarlos en toda su Grandeza y de luchar por una sociedad conforme los ideales del Evangelio.
Medimos bien la distancia que separa la realidad actual de ese ideal. Pero sabemos que si es voluntad de Dios, así se hará. Es lo que pedimos en el Padrenuestro: "hágase tu voluntad, así en la tierra como en el Cielo".
Cristo Rey es Dios hecho hombre y en cuanto Dios es infinitamente noble, es la propia Nobleza; y en cuanto hombre, es un Príncipe de la Casa de David, es Cristo Rey.
El trajo un modelo de sociedad: es la civilización cristiana: por ella queremos luchar.
Plinio Corrêa de Oliveira, autor de "Nobleza y élites tradicionales análogas", así la describe:
"Si la Revolución es el desorden, la Contra-Revolución es la restauración del Orden. Y por Orden entendemos la paz de Cristo en el Reino de Cristo. O sea, la civilización cristiana, austera y jerárquica, fundamentalmente sacral, antiigualitaria y antiliberal" ("Revolución y Contra-Revolución", parte II, cap. 2).
Hoy en día el mundo va a la deriva, sumido en crisis terribles, porque le dio la espalda a ese ideal.
Como un enfermo que no quiere tomar una medicación, espera la solución de sus problemas fuera de Aquel que es el Camino, la Verdad y la Vida.
Que la Virgen nos dé fidelidad para enarbolar los verdaderos principios de una sociedad católica.
Somos realistas basados en la Fe:
sólo el ideal de Cristiandad salvará a la humanidad del caos y las crisis.
El error capital de la sociedad actual, influenciada por la Revolución Francesa y la Revolución comunista, como enseñan los Papas, es el igualitarismo. La idea de la soberanía del pueblo es la soberanía del hombre. Pero el hombre no es soberano: soberano es sólo Dios.
Basados en este sofisma, los pueblos se apartaron de El. Hoy viven sumidos en crisis, en rivalidades, en legislaciones violatorias de la ley natural y la ley de Dios.
Es necesario volver a una sociedad católica. Es necesario que haya auténticas jerarquías. Es necesario que en todas las clases sociales se promueva y aliente a los mejores, a los más dedicados, a los más fieles, en una palabra, a las élites que existen en todas las camadas.
Esto nos acerca a la idea de una aristocracia católica, ideal enseñado por la doctrina tradicional de la Iglesia, sistemáticamente omitido o deformado por el progresismo.
Una sociedad católica y jerárquica es el camino, la solución...
Es la Buena Noticia en materia político-social. Y a pesar de la fuerza avasalladora de los medios masivos y masificantes de comunicación y del Superestado moderno, fruto de aquellas revoluciones, ese ideal triunfará.
Dios lo quiere! era la divisa de los cruzados.
Algún día, quizás no muy lejano, los ídolos anticristianos acumulados a partir del Renacimiento, del racionalismo, se derrumben por su propio peso. De las ruinas de ese mundo que abandonó la casa del Padre surgirá, renovada, la civilización cristiana.
Es la esperanza, la certeza, que nos trae el Niño Dios.
Con este aire de esperanza marial, deseamos a nuestros lectores:
¡¡FELIZ NAVIDAD!!

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